Regalamos susurros en la biblioteca, heladería, peluquería, escuela, agencia de lotería, kioscos, delegación municipal. Al barrendero, al verdulero, a los vecinos.
Por la tarde repetimos la experiencia en otros comercios. Pero esta vez nos esperaban. Los vecinos ya habían comentado el suceso de la mañana.
La poesía había hecho lo suyo...
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